EL MÉTODO – PARTE 1 👉 EL PRIMER ESCALÓN
Comenzamos…
Identificar el mutismo selectivo, tanto en un niño como en un adulto es imprescindible para poder realizar un diagnóstico adecuado, poder comenzar con el tratamiento cuanto antes y, como padres, cambiar determinadas conductas nuestras para ayudar al peque a transitar esta fase y lograr superarla. Lamentablemente todavía hay bastante desconocimiento sobre el tema y los tratamientos son caros y por lo general largos. Por eso, como padres, intentamos, con toda la información que teníamos sobre el MS, utilizar nuestros propios recursos para ayudar a nuestro peque, Gael, en esta etapa de su vida.
.Por iniciativa de su papá, Juan Carlos, entró en escena un personaje imaginario, que lo llamó el Sapo Zen y se convirtió en un fuerte apoyo para nuestro hijo, especialmente antes de cualquier interacción social que tuviese que hacer, ya sea presencial o por videollamada.
“El primer escalón” trata de acercar al niño al habla a través de la comunicación diferida, de esta manera el peke se sentirá más seguro y podrá ir conquistando pequeños logros 🙂.
👇 ¡Esto te interesa...!EL MÉTODO – PARTE 2 👉 La nueva coraza¿En qué consiste el Método del Sapo Zen?
Antes que nada, aclaramos que esto NO sustituye de manera alguna un tratamiento psicoterapéutico para el MS y otros trastornos de ansiedad. Como hemos dicho anteriormente, no somos ni docentes ni psicólogos ni terapeutas, ni tenemos ninguna formación profesional sobre el tema. Simplemente unos padres con muchas ganas de ayudar a su hijo y, si este método puede ayudar a otros niños y padres que están pasando por la misma situación, aunque sea con ideas o sugerencias de ejercicios que puedan ayudar a sus hijos, sería una gran satisfacción para nosotros.
El método del Sapo Zen es un conjunto de muchas cosas que, en su conjunto, fue lo que a nosotros nos ha funcionado para que Gael pudiese superar su mutismo selectivo.
El primer escalón…
El primer paso consistió en hacer una primera conexión entre Gael y aquellas personas con las que se bloqueaba. Personas de su entorno escolar con las que compartía varias horas al día e incluso les tenía aprecio, pero, aun así, le era imposible comunicarse verbalmente con ellos, como 3 niños de su clase con los cuales jugaba y hablaba de ellos en casa. Sin embargo, le resultaba imposible utilizar su voz para interactuar con estos niños. Esta primera conexión se realizó a través de pequeños vídeo mensajes, de manera diferida.
Es decir, se trataba de que Gael hiciera, desde casa, donde se sentía muy cómodo y en un entorno familiar y seguro, un vídeo muy cortito, con alguna pregunta o contando algo que quisiera transmitir. Siempre algo muy breve y esperando respuesta de la otra persona, para que se genere un diálogo, aunque no sea de forma fluida. Esto no fue una tarea fácil para él, ni de un día para el otro. A pesar de que a mucha gente filmarse haciendo una pregunta o diciendo una frase le resulta algo sencillo, para Gael era todo un mundo.
Los primeros vídeos había que grabarlos en varios intentos, ya que su voz era completamente inaudible, apenas abría la boca y ni siquiera salía delante de la cámara. El hecho de pensar simplemente de que le estaba hablando a la persona a la que luego se le iba a enviar el mensaje, lo ponía muy nervioso y se bloqueaba apenas presionar el botón rojo para grabar, a tal punto que no los quería hacer, aunque fuese para enviárselos a niños con los que jugaba en la escuela y ya les empezaba a tener confianza. Incluso tampoco quería grabar delante nuestro, sino que se iba solo, a su habitación, buscaba su propio rincón seguro dentro de la propia casa.
No era capaz de generar una conversación espontánea, cada mensaje que hacía era estudiado con anterioridad, practicado y pensado qué es lo que iba a decir o a preguntar. Algo muy sencillo como para que se pueda iniciar una conversación y haya una respuesta del otro lado. Se convirtió en una actividad diaria, cada día tenía que elegir a alguien diferente a quien enviar un mensaje por vídeo y lo ayudábamos a planear el “guión”, y ensayarlo para que le hiciera más natural y se sintiera seguro de sí mismo.
Ahí fue cuando entró en escena este personaje ficticio, el Sapo Zen, que hacía su aparición cada día para fomentar sus logros y estimularlo a dar siempre un pasito más. Se trataba de una especie de “coach”, un sapo muy sabio que podía ayudar a superar su mutismo. Para ello fue fundamental que sea el momento idóneo para hacerlo, porque nuestro hijo ya había cumplido sus 6 añitos, y con un nivel mayor de maduración, sabía y tenía asumido perfectamente cuál era su dificultad y estaba decidido a aceptar ayuda para superarla. El ejercicio que hacíamos con él era el siguiente…
Un rayito de esperanza
¿En qué ayudaba el Sapo Zen?
Antes de grabar cada vídeo, Gael debía colocarse en el sitio de la casa donde se sintiera más cómodo y relajado. Él siempre elegía su puff, rojo y grande, donde le encanta tirarse a descansar y jugar. Para que aparezca el Sapo Zen debía cerrar sus ojos e imaginarlo, visualizarlo. Este personaje era un sapo muy anciano, de color marrón con la piel muy brillante y grandes manchas negras en todo su cuerpo. Tenía una barba muy blanca, larga y con la punta ensortijada y, en algunas ocasiones, llevaba un pipa en su boca. La misión principal del Sapo Zen era transformar sus “no puedo” por un rotundo “¡YO PUEDO!”. Entonces le decía, por ejemplo: “¿te acuerdas cuando pudiste comunicarte con tu amigo el fin de semana pasado?” y al contestar afirmativamente a la pregunta, el Sapo Zen seguía: “ves, lo has logrado tú solito y ha sido un gran paso, por eso estoy seguro de que vas a poder hacer esto otro (y darle una consigna). A ver, repite conmigo: ¡YO PUEDO! Yo puedo hacer este vídeo y mandarle un mensaje a esta persona”. La idea era que Gael repitiera esta frase varias veces y en voz alta y firme, convencido de que conseguiría su objetivo.
Posteriormente, el Sapo Zen le decía que tenía que respirar hondo, inspirando por la nariz, exhalando el aire por la boca, unas 3 o 4 veces. Luego, muy despacio, ir abriendo los ojos e incorporarse lentamente para grabar su vídeo a la persona a quien haya elegido ese día para enviárselo. Esto evidentemente no fue milagroso, ni de un día para el otro. Se necesitó mucha constancia y repetición, día tras día, hasta que nuestro peque se fue soltando cada vez más y pasó de esconderse para grabar un vídeo prácticamente inaudible, a hacerlo de una sola vez, con voz fuerte y fluida, con un mensaje espontáneo y ansioso, esperando la respuesta de la otra parte.
El mismo procedimiento seguíamos para realizar sus tareas de la escuela. Era la época del confinamiento y sus maestras enviaban tareas semanales, las cuales debía entregar todos los viernes en formato fotos y/o vídeos, mostrando cómo las efectuaba. Con Gael lo hacíamos grabando vídeos, claro está, para que significara un esfuerzo y un desafío mayor para él y seguir incentivando su lenguaje, tanto vocal como corporal. Si bien las primeras veces se lo notaba rígido y tenso, con el correr de las semanas fue ganando en confianza y desenvolviéndose cada vez con más soltura hasta llegar incluso a bailar y cantar, cosa que sus maestros no podían creer. Era la primera vez que lo veían expresarse de esa manera y, sobre todo, que ¡escuchaban su voz! Las felicitaciones por parte de ellos no se hacían esperar y estos ánimos, refuerzos positivos y palabras de aliento a su vez, lo empoderaban para nuevos retos de la semana siguiente.
También tenía reuniones vía Zoom con su maestro y otros 3 niños de la clase, una vez al mes. Estas reuniones le generaban bastante ansiedad y, a pesar de intentar relajarlo, no conseguía expresarse verbalmente. Se mantenía frente a la cámara del ordenador y mostraba objetos o contestaba con la cabeza o escribiendo en un papel y mostrándolo a la cámara. Sin embargo, aún le resultaba imposible contestar con su voz a las preguntas de su maestro o interactuar con sus compañeros. Todas estas tareas siempre con ayuda de su amigo el Sapo Zen, que venía a alentarlo y motivarlo antes de cada reunión online, filmación o mensaje por vídeo.
Preparando el segundo paso…
Con todos estos logros estábamos muy contentos, los tres, pero todavía quedaba mucho camino por recorrer. Nuestro próximo paso lo hemos denominado “La nueva coraza” y te lo explicamos en detalle en el siguiente link, esperando de todo corazón que hasta aquí hayas podido avanzar con tu peque y coger ideas para adaptarlas a tu niñ@, ya que nadie lo conoce mejor que tú y eres una de las personas que más puede saber que le podrá funcionar o qué no para ayudarl@ a superar su mutismo selectivo.
Descargo de responsabilidad
Aclaramos que esto NO sustituye de manera alguna un tratamiento psicoterapéutico para el MS y otros trastornos de ansiedad.
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